En el corazón del Mediterráneo, Malta nos recibió con su belleza desbordante y sus contrastes profundos. Este pequeño archipiélago, con menos de 500,000 habitantes, es también uno de los destinos turísticos más populares de Europa, recibiendo más de 4.2 millones de visitantes al año (datos de noviembre de 2024). A pesar de su riqueza cultural e histórica, la isla enfrenta un dilema constante entre preservar su patrimonio biocultural y adaptarse al desarrollo turístico masivo.
Como parte de un encuentro entre expertos y representantes de varias organizaciones, tuvimos la oportunidad de dialogar sobre estos desafíos y de visitar algunos de los emprendimientos locales que luchan día a día por mantener vivas las tradiciones y las economías rurales. Las visitas incluyeron a viticultores, productores de queso de cabra y carne de oveja, así como al mercado de pescadores de Marsaxlokk, experiencias que nos dejaron una mezcla de asombro y reflexión.
En los viñedos de VitiMalta, los productores comparten historias de resistencia. En una tierra donde la agricultura enfrenta la constante amenaza de la urbanización y la especulación inmobiliaria (el precio de una hectárea supera fácilmente el millón de euros), estos viticultores mantienen viva la tradición vinícola maltesa. Aunque el turismo cultural ha traído oportunidades para mostrar su trabajo, también ha generado presión, dificultando su capacidad de dedicarse plenamente al cultivo.
Un viticultor local resumió la paradoja: «Antes teníamos turismo por cuatro meses al año, ahora por trece…». Su labor no es solo producir vino de calidad, sino también preservar una parte esencial del patrimonio cultural maltés, enfrentándose a la competencia de vinos importados y a la creciente demanda de espacio para infraestructuras turísticas.
A pocos kilómetros de los viñedos, visitamos a los productores de queso de cabra y carne de oveja de Ta’ Żepp Farm. En esta granja familiar, se elaboran productos de forma tradicional, con un profundo respeto por el medio ambiente y los animales. Sin embargo, la presión del mercado global y la dependencia de Malta de productos importados, especialmente de Sicilia, dificultan su labor diaria.
Los productores compartieron su preocupación por la disminución de las tierras agrícolas, cada vez más destinadas a proyectos urbanísticos. Además, la demanda de alimentos locales por parte de los turistas no siempre se traduce en un apoyo sostenible a estos pequeños emprendimientos, que enfrentan desafíos como el alto costo de la tierra y la competencia desleal con productos más baratos del exterior.
El puerto de Marsaxlokk, con su mercado vibrante y sus icónicos «luzzu» (barcos tradicionales malteses), es un símbolo de la herencia marítima de la isla. Allí, gracias al apoyo del GAL Xlokk, los pescadores locales trabajan para mantener viva la pesca artesanal, una actividad que ha sido fundamental en la historia y la economía de Malta.
Sin embargo, los desafíos son significativos. La sobrepesca en el Mediterráneo y la creciente dependencia de alimentos importados ponen en riesgo tanto los ingresos de los pescadores como la sostenibilidad de los recursos marinos. GAL Xlokk, junto con otras iniciativas locales, busca promover prácticas sostenibles y fortalecer las comunidades costeras frente a estas adversidades.
En Malta, los Grupos de Acción Local (GAL) desempeñan un papel crucial en el apoyo a comunidades rurales y productoras. Ejemplos como el GAL Majjistral demuestran cómo estas organizaciones trabajan para fomentar el desarrollo económico sostenible, preservar el patrimonio cultural y mejorar la calidad de vida de las comunidades.
Los GAL impulsan proyectos que van desde la formación de productores hasta la promoción de circuitos cortos de comercialización. En un contexto de creciente urbanización y turismo masivo, su labor es esencial para proteger la identidad cultural y biocultural de la isla, garantizando que las generaciones futuras puedan disfrutar de una Malta auténtica y vibrante.
Nuestra experiencia en Malta fue un constante diálogo entre la belleza de sus paisajes y la desolación que provoca un modelo turístico desbordado. Desde la impresionante Co-Catedral de San Juan, con sus dos obras maestras de Caravaggio, hasta los balcones coloridos de las casas tradicionales, cada rincón de la isla cuenta una historia.
Este encuentro en Malta no solo fue una oportunidad para aprender de las comunidades locales, sino también para reflexionar sobre nuestras propias prácticas y compromisos con el futuro. En compañía de colegas y amigos de distintos rincones del mundo, compartimos visiones, ideas y risas, construyendo puentes entre generaciones, culturas y experiencias.
Agradecemos profundamente a Malta y su gente verdadera, sus pescadores, sus productores y todas las personas que hacen de esta isla un lugar único en el mundo. Malta nos recordó que el patrimonio biocultural no es solo un legado del pasado, sino una responsabilidad del presente. Sigamos trabajando juntos para preservar y celebrar la diversidad que nos enriquece como humanidad.
¡Gracias, Malta, por esta lección de resiliencia y belleza!
Con cariño,
Claudia, Guillén, Roberto, Raquel, Jean Paul, Yves, Annibale y Marely.
gracias Raquel
muy buen articulo de nuestra visita y reflexiones
Las heridas abiertas y las cicatrices de la cementificacion en curso podrían deformar ,afear y extinguir siglos de civilización y estética en Malta.
Ver para más información, muy reciente: https://lovinmalta.com/food/we-did-it-all-on-our-own-shepherds-organisation-secure-pdo-on-gbejna-after-over-10-years-of-hard-work/
Un comentario desde Jean Paul Lacoste que participó en este encuentro: «Gracias Raquel y Claudia por immortalizar este encuentro! Muy lindo artículo, huele vino queso y pescado 😋, y desafíos también. Dentro de estos, mencionaría quizás tb la escasez de jóvenes que quieren ser agricultores. En lo positivo, me impresionó la voluntad no solo de mantener tradiciones pero de rescatarlas, por ejemplo recetas de quesos y variedad de uva. También el proceso difícil pero exitoso de trabajar juntos con las wineries».